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lunes, 25 de junio de 2012

La Novia de Betances

por Cayetano Coll y Toste

El año de 1848 apareció en Cabo Rojo un joven como de veintidós años de edad, bien plantado, cerrado de barba, cabello rizado, rostro simpático, color broncíneo, nariz perfilada, ojos pardos, luminosos, labios finos, vestido elegante y correctos modales.

La gente del pueblo le tomó por un árabe comerciante rico; era el doctor Ramón Emeterio Betances, que había salido niño de la población natal y regresaba adulto a la tierra querida, después de haber cursado en París estudios menores y facultad mayor.

El pueblo, tan pronto le reconoció, le acogió en su seno con cariño, y él se hizo querer por su carácter bondadoso y sus rasgos caritativos.

Betances, que siempre fue un soñador y de imaginación volcánica, al visitar por vez primera a su hermana Clara, se enamoró ardientemente de un oloroso pimpollo de rosa, que su parienta tenía en el jardín.

La joven Carmelita, doncella esbelta de diecisiete primaveras, era una linda trigueña de formas y perfiles seductores, de rostro viril y frente alta., con grandes ojos negros brillantes, luengas pestañas, mirada dulce, labios de fresas, sonrisa chispeante en boca incitante, gruesas trenzas de azabache, que resaltaban sobre la albura de la fina muselina, cubridora de sus hombros y de su talle gentil de núbil doncella. Doña Clara, que adoraba a su hijita, había observado con ese instinto de las mujeres perspicaces y más aún de las buenas madres cuidadosas de sus hijas castas que el joven doctor, su hermano, se bebía los vientos por Carmelita.
---¿Parece -le dijo un día- que en París ninguna mujer te ha hecho tilín en el corazón, hermanito?

---Querida hermana, en mi corazón no ha penetrado ninguna belleza parisién, sino la flecha de oro de los ojos fascinadores de Lita; y quiero casarme con ella.

Ya la dulce cantinela de] amor había deslizado su onda sonora en los oídos de María de] Carmen, despertando su dormida pubescencia, y de cándida flor de melancolía la había transformado en opulenta rosa de amor.

---Pues, chico, háblate con el Padre Vargas -le contestó doña Clara sonriente-, porque, como ustedes son parientes, hay que alcanzar del Papa la licencia matrimonial; y pagar no sé cuánto dinero.

---Hermana, eso queda de mi cuenta; hablaré hoy con el señor cura y todo se arreglará satisfactoriamente.

El Joven doctor, espoleado por su frenesí de amor, se fue derechito a la sacristía, donde encontró al Padre Vargas y le expuso su deseo.

---Amigo doctor, las licencias matrimoniales entre parientes requieren un expedienteo engorroso que tiene que ir a Roma y obtener de] Pontífice el consentimiento para sus esponsales.

---Bien, Padre.... ¿y qué costará ese expediente'?

---Alrededor de dos mil pesos, doctor.

---Sacre nom de Dieu, dicen los franceses, Padre: "¡Dos mil ojos de buey!"

---Amigo doctor, hay muchos trámites que llenar: primero, sacar las partidas de bautismo de ustedes y de sus padres, hacer un suplicatorio a Su Santidad, designar una persona lista y entendida de la Curia eclesiástica de Roma, para que lleve a efecto los requisitos necesarios ante el Vaticano para obtener pronto el permiso del Santo Padre, ¡En fin, hijo mío, la mar con sus marullos! ¡Ustedes se figuran que la luna es de queso y se come con melao! ¡Pues no, señor doctor! ¡Hay que aflojar la bolsa; de lo contrario, se queda usted sin su sobrina, la bella María del Carmen.
---¡Bien,Padre Vargas! ¡Todo se arreglará!

Salió el joven caborrojeño de la sacristía con el semblante hosco y los puños apretados y bufando como si le hubieran puesto un par de banderillas de fuego.

---¡Ira de Dios! ¡Conque dos mil pesos! ¡Un capital! ¡Qué manera cruel de saquear a los enamorados!...

---Hermana Clara, el Padre Vargas pide dos mil pesos por el expediente de permiso matrimonial entre parientes; hay que hacer unas diligencias muy largas y los papeles tienen que ir a Roma. He concebido otro plan. Yo levanto dinero y me voy primero a París. Luego, Lita y usted embarcan para Francia. Yo iré al Havre a esperarlas.

Betances salió del país a fines de 1857 en dirección a St. Thomas, donde tomó el trasatlántico para Francia. Al mes siguiente se embarcó por igual vía para Europa doña Clara Betances y su hija María del Carmen Henry.

Carmelita fue colocada en un colegio de señoritas de Tolosa, para que aprendiera francés y adquiriese mayor instrucción en labores y literatura.

Llegadas las vacaciones de Nochebuena de 1858, estando una tarde en el jardín del colegio Carmelita con varias condiscípulas, se acercó muy contenta otra de las educandas, con un precioso librito en las manos, que parecía de misa por el canto dorado y cubierta de nácar.

---¿Qué libro es ese? -le interrogó Carmelita.

---Me lo acaba de regalar mi hermana mayor, que vino a verme, y díjorne era muy divertido.

---¿Cómo se titula? -manifestó otra niña.

---"El libro del Destino."

---¿Y en qué consiste su bondad y entretenimiento? -preguntó otra colegiala.

---En que tú haces una pregunta sobre cualquier asunto de tu porvenir: se abre el librito y en la página derecha está la contestación, y en la izquierda, un consejo, proverbio o sentencia.

---Pues, chica -repuso una moza paliducha y bella que estaba saboreando unas uvas moscatel-, pregúntale a tu libro si mi novio me quiere.

---El arcano dice que sí, y añade: "La esperanza es un pájaro azul... de faz rosácea y rubia cabellera".

---Demándale al Destino que cuándo saldré del colegio.

---Confía en tu buena estrella. Ten fe y lo sabrás.

Acercóse al interesante grupo de educandas una de las profesoras de la Institución y, enterada del entretenido Juego, rogóle a la dueña del librito le preguntara
si ella conseguiría aumento de sueldo aquel año.

---¡Desde luego! -contestó el oráculo, y en la página decía: "Sin el amor, la dicha verdadera no puede existir".

---Y tú, Carmelita, ¿no preguntas algo?

María del Carmen, que tenía sus pensamientos plácidos puestos en París, calculando lo que tardaba en venir la licencia del Papa, al verse interpelada de improviso por la compañera, le contestó con vivo interés:

---¿Me casaré pronto?

---¡Nunca! --respondió el librito de oro y, nácar, y en la otra página decía: "¡Resignación!"

Carmelita se puso intensamente pálida con la fuerte emoción sufrida en aquel instante inesperado. ¡Era una sensitiva!

---¡Chica, qué pálida te has puesto; si esto es un juego, un pasatiempo!

---¿Quién cree en los siglos que vivimos en presagios y agorerías? ¡Esas son supersticiones para los ignorantes!

---Y agregó riéndose-: ¡Sólo Dios sabe el porvenir!

---Vamos, Carmelita, haz otra pregunta para cortar la bilis que te ha producido la primera.

---¿Vendrá a buscarme alguien de casa?

---"Dios es Dios y Mahoma su profeta."

as muchachas se echaron a reír con la contestación, que no ligaba con la pregunta:

---¿Y qué dice la página izquierda? -preguntó la maestra.

---"A la sombra de las espadas está el paraíso".

Volvió a repetirse la explosión de risa argentina de las muchachas y una educanda opinó que probablemente el novio de Carmelita sería militar. La pobre María de] Carmen continuaba fuertemente impresionada, sin reaccionar su sistema nervioso. Era extremadamente impresionable y aquel incidente la había afectado profundamente.

Por la noche tuvo un cruel insomnio, y cuando se durmió se apoderó de ella una fuerte pesadilla: veía a su novio de cuerpo presente atravesado de una espada; se despertó bañada en frío sudor y con una horrible jaqueca. Se avisó al doctor Betances, y el joven galeno acudió solícito y se llevó a Lita a un pueblecito cercano a París, a Menecy, a la casa de un matrimonio amigo, a fin de distraer a su amada con el encanto inagotable de poesía y belleza de los campos inmediatos. A Carmelita se le desarrolló al día siguiente una fiebre nerviosa intensa.

Desesperado su infeliz novio al verla delirar, llevó de París facultativos de toda su confianza. A pesar de tantos cuidados y de tanto cariño, el 22 de abril, a la medía noche, la pálida traidora la había besado en la frente.

Una honda pena, un dolor intenso flotaba en el ambiente de Menecy. Betances tenía una angustia terrible. Su alma estaba en congojas, presa de un tormento infinito. Las siete espadas del infortunio las tenía clavadas en su pecho.

Su espíritu quedó sumergido en los abismos de un profundo aniquilamiento moral. Había llegado la licencia de Roma, costando solamente cien francos; y fijado él con gran alegría su casamiento para el 5 de mayo, y tres días antes le arrebataban el ídolo de su corazón. La hizo embalsamar; la vistió su traje de boda, la ciñó su corona de azahares, la adornó con el velo simbólico, finísimo cendal, y le puso en el dedo de la mano derecha el anillo nupcial. La colocó en un ataúd de plomo, forrado interiormente de raso azul, dentro de otro de encina con tapa de cristal, encerrado en caja de madera común, y depositó su tesoro en el cementerio de Menecy. Entonces fue que escribió su sentido poema: "La Virgen de Borinquen".
A fines de septiembre del mismo año 1859 salió para América en la fragata Georgina, llevando su tesoro consigo, a su inolvidable Lila, con rumbo a la patria querida.

Al llegar a Puerto Rico pudo depositar en la necrópolis de Mayagüez él cuerpo embalsamado de su idolatrada Virgen. Tal parecía dormida bajo un filtro mágico. Todas las tardes iba a visitar su tumba y, a llevarle flores a la bien querida. Levantaba la tapa del ataúd, que tenía goznes, y quedaba al descubierto la de cristal. Entonces contemplaba con estática religiosidad la faz de su amada y permanecía allí leyendo al lado de su muerta idolatrada hasta que el sol declinaba y las tinieblas invadían el cementerio.

Cuando el gobernador Marchessi desterró a Betances en 1867, el apasionado amante tuvo que abandonar su tesoro de amor, a su Lita inolvidable, imán de sus entrañas.

Como el hombre de valía suele tener dos amores: la tierra en que nació y la mujer que su corazón elige, para Betances fueron, Puerto Rico y Carmelita Henry. Hoy el cuerpo embalsamado de la pobre novia reposa en Cabo Rojo, adonde fue trasladado. En prosa y en verso el prócer consagró el recuerdo de la Virgen de Borinquen. Cuantos conocen esta historia, la asocian al recuerdo del gran puertorriqueño don Ramón Emeterio Betances.



La Leyenda de La Muchacha del Baile

Don Emilio y doña Cecilia Cañadas formaban un matrimonio muy feliz. Vivían en las afueras del pueblo de Aibonito. Les habían nacido 3 hijos varones y por último una preciosa niña. La llamaron Marisol Perla por lo hermosa que era.
Aparte de sus atributos físicos Marisol creció llena de inteligencia.y de bondad.Tan pronto terminó la escuela superior entró en la Universidad. Allí se preparó para trabajar como Trabajadora Social.
Al terminar sus estudios regresó a su pueblo.Su vida transcurría tranquila. Iba al trabajo, a la iglesia ,a la Plaza del pueblo y cuando había baile en el Club Social, no se lo perdía.
Una vez hizo una visita a unos parientes en un pueblo cercano y allí conoció a quien sería el causante de su viaje a la eternidad a temprana edad:…. BELARDO.
Desde ese momento los jóvenes quedaron impresionados uno con el otro. Se hicieron novios y se formalizó la boda. Belardo y Marisol eran muy diferentes. Él era un joven campesino, no estudió mucho y a temprana edad se dedicó a trabajar con su padre en la finca que poseían.

Todo parecía ir por buen camino pero no fue así. Este noviazgo no duró mucho. Belardo había tenido una novia de varios años pero se habían separado. Para desgracia de Marisol la muchacha regresó al pueblo

Y la realidad abrió sus ojos. Su adorado Belardo no la amaba. ¡ Mientras ella se desvelaba por él....Él se desvelaba por otra!

Se enfrió la amistad. Se acabó el noviazgo. Se dejaron de ver. Dos hondos sentimientos : el dolor del desengaño y un amor puro no correspondido hicieron honda huella en la propia estimación de Marisol.Se sintió tan sola, tan triste, tan angustiada que optó por quitarse la vida. Su muerte conmovió al pueblo.
El fin de semana en que se cumplían 7 años desde aquel día fatal. Se celebraba un baile en el Club Social del pueblo. Comenzó el baile y a eso de las once de la noche llegó el joven ingeniero Leandri Sotamante. Sotamante notó que todos estaban bailando excepto una hermosa mujer que permanecía sola.
Sin pensarlo , se dirigió a la mesa donde estaba la joven , La saludó y la invitó a bailar. Siguieron juntos durante todo el baile. Era de madrugada. El baile finalizaba. Leandri estaba tan impresionado con la joven que se ofreció para llevarla hasta su casa. Hacía mucho frio por lo que el joven cubrió los hombros de la muchacha con su gabán. Iría a recogerlo al día siguiente.
Al otro día Leandri fue a recoger su gabán . Tocó a la puerta y fue recibido por doña Cecilia Cañada. Le explicó su razón de estar allí y lo que había sucedido la noche anterior. La reacción de doña Cecilia fue de sorpresa e incredulidad. __¿Qué conoció a mi hija Marisol Perla? ….Déjeme decirle ingeniero Sotamante que usted se ha equivocado puesto que mi hija Marisol murió hace 7 años.
--"Usted me está ocultando algo, señora Cañada".__Dijo malhumorado Leandri __"Fue por esta puerta que la vi entrar esta madrugada. No creo lo del cuento ese de que ella esté muerta. Pruébeme eso o de lo contrario aquí me quedo".

Doña Cecilia llamó a su marido y le explicó lo que sucedía.
--¡Bien , joven ! ¡Sígame!

Entraron al cementerio. Pronto se encontraron frente a una tumba blanca cuya lápida leía: “Marisol Perla Cañadas. Muerta a los 22 años”. Y sobre la cruz, en la parte de arriba, Leandri vio su gabán.
Ambos hombres se arrodillaron. Rezaron el Santo Rosario por el alma de quien en vida fue, Marisol Perla Cañadas. Muerta hacía 7 años por un desengaño amoroso.

domingo, 24 de junio de 2012


La Leyenda del Farol Encendido
Cuentan que por “ El Monte de la Bandera “en el barrio San Antonio ,
del pueblo de Quebradillas aparecía por las noches un farol encendido
que se movía de un lado a otro sin que nadie lo sostuviera. Nadie osaba
acercarse al lugar en cuanto comenzaba a ocultarse el sol. Al llegar la
noche las familias cerraban las puertas de sus hogares por el temor de que
el farol llegara hasta sus casas acompañado de la muerte y ésta se los llevara.

Durante muchos años la leyenda del farol determinó la hora en que los
habitantes del lugar se retiraban a dormir. Pero el tiempo dio paso a la verdad.
Se supo que la causa de todo lo eran negros libertos que buscaron refugio
en el monte para huir de sus dueños. Por las noches salían para buscar
provisiones alumbrando su camino con el farol.

Leyenda Quebradillana.

sábado, 23 de junio de 2012

EL PIRATA COFRESí    por Cayetano Coll y Toste
 
 
 La goleta "Ana," navegando de bolina y orza este, cuarta al nordeste, dobló punta Borinquen e hizo frente a las embravecidas ondas del mar del Norte, dejando las tranquilas aguas del noroeste de la ensenada de Aguadilla.

--"Aferra el trinquete(3) y afloja foque(4) y mayor(5)", gritó Cofresí al segundo de a bordo; y echémonos mar afuera a ver si tenemos hoy buena fortuna a barlovento.

Las órdenes del pirata se cumplieron estrictas y la ligera nao empezó a navegar velozmente con todo su aparejo a vela llena. Las ondas se rompían impetuosas en su proa y azotaban con sus espumas blanquizcas la cubierta del barco. Las cuadernas de la goleta crujían de vez en cuando. Detrás iba quedando una estela de lechoso espumajo hirviente.

El horizonte estaba límpido, el cielo azul, y el brisote frescachón que soplaba del este estaba fijo. La isla se iba perdiendo de vista. De cuando en cuando una gaviota pasaba graznando sobre la embarcación: parecía un pañuelo blanco arrojado en el espacio.

--"Pilichi", dijo Cofresí al grumete, con soberbio ademán, "vé a mi camarote y tráeme el anteojo. Me parece divisar algo en lontananza".

Y el arrogante marino ponía la mano horizontal sobre las cejas, como una visera, para enfocar bien su mirada de águila y escudriñar las lejanías del mar. Recibido el catalejo lo tendió diestramente y, cierto de lo que presumía, por sus ojos fulguró un relámpago, y gritó al contramaestre con voz llena de fanfarria.

--"Hazte cargo del timón, Galache, que tenemos enemigos a la vista".

Era un brick(6) danés que conducía mercaderías de Nueva York a San Thomas. Para tal época esa isla, con su puerto franco, era un depósito de grandes aprovisionamientos de telas, ferretería y artículos de lujo traídos de Europa y Norte América para surtir las Antillas y Venezuela. Cada vez se distinguía más claro el confiado buque mercante. Cofresí pasó al entrepuente de proa e hizo en su presencia cargar el pedrero de bronce con un saquillo de pólvora y abundante metralla. Después se cercioró que estaba fuerte el montaje de la cureña y firmes las gualderas. Entonces marchó a popa donde reunió su gente, llamando a cada uno por su nombre, y les dio sus instrucciones. Revisó severamente machetes y cuchillos. Hizo traer más armas blancas y ordenó ponerlas en un sitio especial en el combés cerca del palo del trinquete. Y tranquilamente se puso a amolar, con sumo cuidado, su hacha de abordaje.

La gente del bergantín, al divisar la goleta, izó la bandera danesa en señal de saludo. La velera "Ana" izó bandera de muerte, es decir, la bandera negra de los piratas. El brick ya no podía huir y afrontó el peligro. La goleta era muy andadora y se habla apropiado directamente al enemigo. El bergantín estaba abarrotado en su carga. Su tripulación comprendió que tenía que habérselas con un barco pirata. Pronto la borda del brick fue ocupada por diez rifleros alineados que hicieron fuego de fusilaría. Eran malos tiradores. Las balas atravesaron el velamen de la "Ana" y algunas se incrustaron en la obra muerta(7) del casco. Entonces las armas de fuego no eran de repetición; de modo que mientras las cargaban de nuevo los tiradores del bergantín, la goleta se puso a doscientos pies de distancia y le lanzó una descarga de metralla con el pedrero de proa. El ruido del cañón impresionó a los marineros del brick y antes que pudieran disparar por segunda vez sus rifles, ya la "Ana" estaba al abordaje, ceñida al buque contrario por estribor.

C
ofresí, hacha en mano, seguido de los suyos, saltó ágil y célere al buque abordado y atacó cuerpo a cuerpo a los defensores del brick. Estos no estaban preparados para un combate al arma blanca. Sonaron tres o cuatro tiros y quedó despejado el entrepuente(8). Los marineros del bergantín se refugiaron en las bodegas. Rápidamente se adueñó Cofresí del buque dando muerte al timonel y a algunos marinos que quedaron sobre cubierta. Después cerraron las escotillas(9) y quedó preso bajo cubierta el resto de la tripulación del brick. El capitán danés estaba junto al palo de mesana, en un charco de sangre, con la cabeza abierta de un hachazo. Los cadáveres fueron arrojados al mar y empezó el alijo de la sobrecubierta. En seguida se saquearon las bodegas con suma precaución y se trincaron bien los presos que iban apareciendo. Luego de saqueado el bergantín se le dio barreno, y se desatracó el pirata para verlo hundirse. El brick dio una cabezada primero y se inclinó de proa; después se fue sumergiendo poco a poco hasta que de repente desapareció bajo las aguas.

La "Ana" hizo entonces rumbo hacia la Isla, que se divisaba a sotavento, y maniobró en demanda de punta San Francisco para ocultarse en Cabo Rojo.

El comercio de San Thomas estaba aterrado con las depredaciones de Cofresí. Por fin el gobierno de Washington intervino y dio orden al Almirantazgo de castigar al pirata puertorriqueño. Pronto llegó a conocimiento de Cofresí que un barco de guerra norteamericano había venido a ayudar a las autoridades de la Isla para capturarlo o destruirlo. Entonces abandonó sus correrías por aguas del Atlántico y se pasó al mar Caribe.

Estando la "Ana" fondeada en el puerto de Bocas del Infierno divisó en lontananza una vela, y Cofresí con su velera nao salió prontamente a apresarla. Pero esta vez fue por lana y le zurraron la badana. Tan pronto estuvo a tiro de cañón recibió un balazo en el bauprésque le hizo comprender que se las había con un barco de guerra. No obstante, se le fue encima valentísimo y le hizo fuego de fusilería y cañón siendo recibido de igual modo. Viendo la superioridad del contrario viró de redondo y a todo trapo emprendió la huida. La goleta, descalabrada, izó la escandalosa(10) sobre los cangrejos para escapar mejor, utilizando el viento de popa que le soplaba. Cofresí se puso al timón porque la "Ana" era una nave de buen gobierno y muy veloz, y dirigió la goleta paralelamente a la costa, bojeando el sur y burlándose de sus perseguidores hasta que la embarrancó en un bancal diestramente. Echados un bote y una chalana al agua ganaron los piratas la playa, librándose del buque de guerra que no pudo alcanzarlos, ni maniobrar con sus botes por aquellos sitios inabordables.

Ya en tierra dividió Cofresí su gente en dos grupos, dándoles por punto de reunión la playa de Cabo Rojo. Antes enterraron lo que pudieron salvar de la "Ana." Cada grupo bien armado emprendió la fuga por distinta vía.

Como las Milicias Disciplinadas estaban patrullando por aquella costa, pronto los dos grupos tuvieron que batirse y abrirse campo a sangre y fuego, volviendo a subdividirse, fatigados y jadeantes, hasta que acosados por la caballería tuvieron que rendirse a sus perseguidores. El jefe pirata fue cogido después de reñida refriega, todo cubierto de heridas.

Roberto Cofresí y Ramírez de Arellano(11), natural y vecino de Cabo Rojo, era un joven altivo, de veintiséis años de edad, robusto, valiente, audaz y de bravo aspecto. Unido a quince compañeros de la piel del diablo, eran el terror de estos mares antillanos con sus piraterías.

Para satisfacer a la vindicta pública y asegurar el reposo y tranquilidad de estas islas, fueron pasados por las armas en la mañana del 29 de marzo de 1825. Un gentío inmenso presenció el horroroso espectáculo en el Campo del Morro. Un destacamento del Regimiento de Infantería de Granada formó el cuadro para conservar el orden. Una descarga cerrada de un piquete de tiradores, a una señal sigilosa convenida, hizo que once de aquellos desgraciados pasaran a la eternidad. Los otros habían muerto en los combates sostenidos con las Milicias.

 Satisfecha la curiosidad y llena de pavor dispersóse la muchedumbre conmovida. Las tropas volvieron a sus cuarteles a redoble de tambor. Y los cadáveres mutilados por la justicia humana quedaron expuestos al público por veinticuatro horas para escarmiento de malhechores.

L
os hermanos de la Caridad, que no comulgan con el odio social, previo permiso del Gobierno, dieron sepultura a aquellos cadáveres en el cementerio de Santa María de la Magdalena.

Así terminaron el valiente Cofresí y sus intrépidos compañeros de correrías piráticas.

LEYENDA DE LA CAPILLA DEL CRISTO

LEYENDA DE LA CAPILLA DEL CRISTO


          
Cuenta la leyenda que la Capilla del Cristo se erigió para honrar un milagro.
          Dice la leyenda, que para los años 1750 más o menos, se había efectuado una carrera de caballos a lo largo de la calle Del Cristo. Uno de los participantes no pudo detener su caballo y se cayó por el precipicio. Don Tomas Mateo Prats, que era el secretario de gobierno para aquel entonces, invocó al Santo Cristo de la Salud y que el joven que cayó por el precipicio se salvó. Por agradecimiento al Santo Cristo de la Salud, Don Tomas Mateo Prats ordenó construir la Capilla.
          La verdad, no es esa. Estudios recientes hechos por Don Adolfo de Hostos confirman que el joven que cayó por el acantilado, si murió. Y que Don Tomas Mateo Prats ordenó erigir la Capilla para evitar tragedias futuras.

LEYENDA TAINA DE GUANINA Y SOTOMAYOR

LEYENDA TAINA DE GUANINA Y SOTOMAYOR


Guanina era una india taina. Hermana de Agüeybaná el Bravo, ósea el jefe de la tribu y de un grupo de bravos guerreros, el cacique supremo de toda la isla de Puerto Rico. Guanina significa en el lenguaje taíno: "Resplandeciente como el oro".
          Los conquistadores españoles se habían apoderado de la isla de Borinquén, que así se llamaba entonces la isla de Puerto Rico.
          En aquel tiempo, un indio llamado Guarionex vivía enamorado de Guanina. Guanina era la hermana del cacique supremo, ósea el jefe de todas las tribus de la isla.
          Guarionex cada vez que veía a Guanina el corazón le latía a tal magnitud que parecía que se le quería salir del pecho. Cada vez que el la veía le declaraba su amor. Ella no le correspondía porque ella vivía enamorada de un conquistador español llamado Don Cristobal de Sotomayor, alcalde mayor y fundador de un poblado al que había bautizado con su propio apellido.
          Guarionex lleno de odio mortal hacia Sotomayor, le gritaba: - ¡Don Cristobal, uno de los dos debe de morir! Tú no mereces vivir porque me robaste el amor de Guanina, y yo no quiero seguir viviendo si me falta su amor.
          Los indios ya no podían soportar mas el trato cruel de los españoles. Los indios taínos los habían recibido con amistad y habían celebrado la ceremonia del guatiao ( pacto de fraternidad que sellaban con el intercambio de nombres). Por eso al cacique Agüeybaná también se le llamaba Don Cristobal.
          Los españoles haciendo caso omiso al pacto, se repartieron a los indios como siervos. Los explotaban especialmente en los yacimientos de oro. Ya desesperados los indios anhelaban volver a ser libres. Una noche, celebraron un areito (reuniones para celebrar sus fiestas, recordar tradiciones, y tomar decisiones sobre todo cuando era necesario tomar una decisión sobre una guerra). Esa noche Agüeybaná y los taínos decidieron que los españoles tenían que morir para ellos poder ser libres otra vez.
          Guarionex quiso el poblado de su enemigo mayor, que era Don Cristobal de Sotomayor. Güarionex no pudo matar a Don Cristobal de Sotomayor porque en ese momento Sotomayor estaba llegando al bohío de Agüeybaná donde Guanina le advirtió que se salvara que los indios se habían revuelto en su contra.
          Sotomayor se fue con sus soldados a La Villa de Caparra para ver al Gobernador. Agüeybaná le prestó a Sotomayor a unos Naborías para que lo ayudaran con la carga. Pero en secreto les dijo que cuando empezara el ataque, huyeran con la carga. Guanina no quiso dejar a Sotomayor huir solo y se fue con el.
          Los indios tainos los persiguieron y el ataque empezó. Sotomayor peleaba ferozmente con su espada mientras los golpes de las macanas de los indios le iban abriendo profundas heridas. En el momento de mayor peligro, Guanina se interpuso entre Sotomayor y los indios y recibió en su cuerpo la herida mortal que iba dirigida a su amado. En ese momento de distracción de Sotomayor, Agüeybaná aprovechó para traspasarlo con su flecha. Cayó Sotomayor en los brazos de su amada Guanina.
          Agüeybaná mandó a que los enterraran juntos, pero que a Sotomayor le dejaron los pies fuera de la tumba para que no pudiera encontrar el camino a la tierra de los muertos.
          Poco después los españoles rescataron los cuerpos y los enterraron, uno al lado del otro, al pie de un risco empinado y a la sombra de una enorme ceiba.
          Desde entonces, los jíbaros dicen que cuando el viento agita de noche las ramas del árbol frondoso, se oye un murmullo, que no es el rumor de las hojas, y se ven dos luces muy blancas, que no son luces de luciérnagas o cucubano, sino los espíritus de Guanina y Sotomayor que flotan, danzan y se funden, cantando la dicha de estar unidos siempre.

Glosario:

bohío = casas o chozas donde vivían los indios.
Caparra = primera residencia del conquistador, gobernador de Puerto Rico, Juan Ponce de León
cucubano = insecto volador que despide una luz azulada durante la noche
jíbaro = nombre conque se conoce a los campesinos puertorriqueños.
macana = arma defensiva de los indios, hecha de madera más dura de una especie de palma.
Naborias = indios que trabajaban como siervos para un señor, ya éste un cacique o colono español
Taínos = palabra indígena que significa "los buenos" y que da nombre a los indios de las Antillas Mayores.
guatiao = pacto de fraternización que sellaban con nombres
areito = reuniones que hacían los indios para celebrar sus fiestas, recordar tradiciones, tomar decisiones, o declarar guerras.

LA GARITA DEL DIABLO

LA GARITA DEL DIABLO



GARITA DEL DIABLO - Con un grito de" Alerta" el centinela comenzaba la jornada militar, Esto se efectuaba frecuentemente para no dormirse y atestiguar su vigilancia. Misteriosamente, durante una noche oscura, desapareció un centinela de esta garita, surgiendo así la leyenda de la "Garita del Diablo".
          Los habitantes de la isla de Puerto Rico, eran muy propensos a los ataques de piratas. Por tal razón tenían que pasarse la vida vigilando. La ciudad capital estaba rodeada (aún está) por castillos y murallas . Alrededor de las murallas habían, entre trecho y trecho, unas garitas o torresitas donde los soldados hacían su guardia día y noche. Por las noches se sentías las rondas de gritos que los centinelas gritaban para no dormirse.
- ¡Centinela alerta! - le gritaba uno
Y el más cercano respondía:
-¡Alerta está!

          Entre todas las garitas, había una, la más distante y solitaria. Estaba sobre un acantilado profundo en el extremo de la bahía. En el silencio de la noche, el ruido del mar producía un rumor como si los malos espíritus estuvieran cuchicheando.
          Había un soldado al cual llamaban "Flor de Azahar". El azahar era una flor muy blanca y como el soldado Sánchez tenía la piel blanca como el azahar, le llamaban así. Esa noche le tocó a Sánchez velar en esa garita.
          Como de costumbre, los gritos de contraseña de los soldados se escuchaban de trecho en trecho. Pero, al llegar al de el soldado Sánchez, nadie contestaba. Solo se escuchaba el viento silbar y el mar con su rumor.
          El miedo se apodera de sus compañeros que pasaron la noche temblando, del solo pensar, que le hubiese pasado a su compañero.
          Al salir el sol, todos salieron corriendo hacia la garita a ver que había pasado en la garita, que se había quedado muda durante la noche. Encontraron: el fusil, la cartuchera y el uniforme del soldado Sánchez. El soldado Sánchez, había desaparecido sin dejar rastros.
          Los soldados, que eran supersticiosos, comenzaron a decir que un demonio lo había sorprendido y se lo había llevado por los aires.
          Desde ese día, a la garita del desaparecido Sánchez, se le conoce como "La Garita del Diablo".
          Eso fue lo que creyeron los soldados y el resto de la isla.
          Pero la verdad.....esa se las contaré yo, ¿quieren saberla?. Pues aquí les va:
          Sánchez (Flor de Azahar) era un soldado andaluz y muy guapo, que pertenecía al Regimiento de Caballería y tocaba una guitarra muy bella.
          Diana, una mestiza, muy hermosa, vivía profundamente enamorada de Sánchez. Y Sánchez de ella. Se conformaban con mirarse y hablarse con los ojos. A Sánchez su ordenanza le prohibía acercarse a ella, y a ella, se lo prohibía su madre de crianza que era más estricta que un sargento.
          Flor de Azahar (Sánchez) se comunicaba con ella, a través de su guitarra. En las noches la tocaba y cantaba. En el canto le comunicaba a Diana sus mensajes. Una noche le envió un mensaje, el cual solo ella podía comprender, que decía:
          "Mañana cuando anochezca, vete a buscar a tu amor, porque lejos de tus brazos, se le muere el corazón." La noche siguiente, Diana se levantó muy calladita y sigilosamente, salió de la casa para buscar a su amor. Cuando se encontraron, en la garita, se fundieron en besos y palabras de amor y decidieron huir lejos y vivir juntos para siempre.
          Diana le había llevado un traje civil. El dejó en la garita el fusil, la cartuchera y el uniforme y sin hacer el menor ruido huyeron hacia la sierra y los bosques de Luquillo.
          Allí, a escondidas del resto de la isla, construyeron su hogar y vivieron el resto de sus días.
          Dicen que aún, en la garita, en las noches se escucha el rasgueo de la guitarra y una risa disuelta en el viento. Queriendo ésto decir que Diana y Flor de Azahar se burlan de los que inventaron la leyenda de la Garita del Diablo.