Salinas de los misterios / Dante A. Rodríguez Sosa
30 octubre 2009No ha pasado una generación de salinenses que no haya vivido el miedo, el pavor, el horror, el terror y sentido los estertores que infunde el tema de las leyendas cuentos, historias y experiencias vividas en Salinas, por personas serias de la comunidad con muertos, aparecidos, fantasmas y con peligrosos lugares específicos donde se sabe que se han producido y producen, aún de tiempo en tiempo, encuentros de dimensión desconocida y donde tradicionalmente hacen ‘’aguaje”.
Un ejemplo clásico es la Leyenda del “Jacho Centeno”, un pescador noctámbulo de la Playa de Salinas, quien optó por quemar
una cruz de madera en medio del mar para así poder alumbrarse y seguir
pescando. Por tal herejía se ahogó y quedó eternamente condenado a vagar
por el litoral marítimo de Salinas, en búsqueda continua de las cenizas de la reliquia cristiana.
A través de los años son incontables los testimonios de marineros, pescadores, bañistas y viajantes, que dan fe de haber visto en el litoral marítimo de los barrios Playa, Playita y Arenal al “Jacho Centeno” en actitud de búsqueda y al momento de ir acercándose, desaparecer como por encanto. Esta es una de las leyendas favoritas que los maestros de grados primarios de las escuelas públicas de Salinas acostumbran a enseñar, sin referencia alguna a un programa docente en particular.
En
múltiples ocasiones ha habido grupos de personas que han preparado
expediciones, interesados en comprobar la veracidad de este elusivo
ente. Hay quienes han logrado retratarlo, pero al revelar los rollos de
películas o tratar de ver la imagen, se percatan de que la imagen
misteriosamente desaparece, quedando en blanco todo de forma
inexplicable.
Otro
evento digno de recordar es el notorio grupo de personas extrañas, que
de vez en cuando aparecen y desaparecen como de la nada en el pueblo. Se
desplazan por el pueblo intentando secuestrar niños para suplir sangre a
una Reina del Mal que sólo se alimenta con sangre de niños.
Personalmente sufrí el embate de uno de esos misteriosos personajes,
cuando apenas contaba cinco años.
Ese día me
encontraba en la acera de la esquina Monserrate con calle Muñoz Rivera
en frente de lo que era la Farmacia San Carlos, donde hoy radica una
floristería. Del negocio de helados de Pifo Miranda, que estaba en la
esquina contraria, sitio donde hoy ubica una pequeña cafetería, salió un
señor que antes se había bajado de un carro color verde. Primero me
llamó haciendo señas de que fuera hacia él y lo hizo con tono muy
imperativo. Como no obedecí, cruzó la calle en dirección hacia mí. Yo
salí corriendo hacia mi casa, que estaba a sólo pasos en la misma acera.
Entonces, en estado de pánico llamé a mi madre y le hice señal hacia el
hombre que venía en camino persiguiéndome. Mi madre se le puso de
frente con entera tranquilidad, con tono firme, sin titubeos ni regodeos
como era su costumbre y con talante agresivo le gritó como quien
reprende lo malo:
El señor
quedó turbado como si hubiera recibido una descarga eléctrica y al
instante se detuvo y dio marcha atrás y cuando se montaba en el auto, mi
madre, a viva voz, ante todo el mundo que se había percatado de lo que
estaba ocurriendo, volvió a increparlo diciéndole de forma airada :
—¡Permita Dios que el diablo se lo lleve emburujao en candela!—
Así
desapareció y los que estaban allí comentaron que no lo conocían, ni lo
habían visto antes, inclusive Don Pifo y Don Tomás el Barbero. Al otro
día, un transeúnte se acercó a mi madre para comentarle que el carro de
la persona con la que tuvo el altercado, cuando se dirigía al barrio
Playa, misteriosamente chocó con la máquina del tren y se incendió. El
auto se quemó completo, pero no encontraron rastros de la persona que lo
manejaba y que nadie apareció para reclamar el auto. Mi madre le
aclaró:
“No tienen que buscar nada. Yo sabía que se lo iba a llevar quien lo trajo: el diablo.”
Siempre he
tenido a mi madre como un ser espiritual super desarrollado y sobre
este tema de los misterios sabía muchísimo, pero eso es tema futuro.
Otro misterioes
el de La Preñá. Ese fue un tema por décadas en el Corral de Ortiz. No
sé cómo lo logró, pero mi tatarabuelo Francisco Ortiz desarrolló un
árbol de higüera en forma de caballo. Lo hizo para dejarlo como herencia
a sus descendientes y en efecto por muchos años jugamos todos a trillar
a caballo, hasta el día en que La Preñá lo empezó a usar de noche como
su corcel.
Los que
vivían en el corral, Pancho Piloto, Mingo el Cabro, los Cabros de Mingo y
otros, juraba y perjuraban que veían a una mujer hombruna, blanca,
bajita sentada de noche en el lomo del caballo virtual. Tanto fue el
terror que sembró La Preñá, que en toda la manzana se corrió el rumor y
entonces la vieron en diferentes lugares. Los que la vieron la describen
como una mujer hombruna pero preñá.
No
obstante, el caso más extraño y más misterioso es el caso de la Manzana
de la Logia Masónica Esfuerzo Núm. 82. En la
esquina diagonal contraria a la Logia, existía un solar que se usaba para levantar allí los circos que venían a Salinas. Mi madre me llevó a ver el circo en el 1944. De esa noche recuerdo los payasos y los maromeros, uno de los cuales se cayó de cabeza y nunca supe cual fue su suerte.
esquina diagonal contraria a la Logia, existía un solar que se usaba para levantar allí los circos que venían a Salinas. Mi madre me llevó a ver el circo en el 1944. De esa noche recuerdo los payasos y los maromeros, uno de los cuales se cayó de cabeza y nunca supe cual fue su suerte.
En esa
esquina fabricó una casa un señor que se llamó Paco Rodríguez. Este
fungía como gerente de la Tienda La Jagua, un emporio comercial tipo
Home Depot de aquella época, propiedad de los sobrinos de Don Manuel
González Martínez, el hombre más rico de Puerto Rico en esa época.
Don Paco
mandó a construir el edificio donde ubicaba la Joyería Ruiz, calle Muñoz
Rivera, esquina con la calle San Miguel. El mismo día que se inauguró
el edificio, luego de la ceremonia, se fue su casa y en su cuarto mayor
se pegó un tiro, pero lo salvaron milagrosamente. Quedó en estado
vegetal por más de veinticinco años en el mismo cuarto donde intentó
suicidarse. Con el correr del tiempo un médico hijo de Salinas, compró
la casa y estableció su consultorio profesional y cual no fue la
sorpresa del pueblo cuando al poco tiempo, el doctor se suicidó despues
de entrar en contacto con el cuarto donde anteriormente intentó sin
éxito suicidarse Don Paco.
En la
propiedad contigua a la de Don Paco, calle Palmer, con la esquina calle
Sol, en la misma acera que llega hasta la Logia Masónica, vivía el
licenciado Carlos M. Dávila. Este tenía un hijo que se llamaba Carlitos.
Una noche en que se celebraba una actividad, salió en un auto con unos
amigos y se vio envuelto en un horrible accidente en el que murió
prácticamente despedazado.
La próxima
residencia en dirección a la logia está separada de la propiedad del
licenciado Carlos M. Dávila por un pequeño solar por el que nunca nadie
se ha interesado, ni se sabe de quiénes,
ni es objeto de reclamación. Ese solar es un misterio. Le sigue
entonces la residencia de Don Tocayo Ortiz. Este era esposo de Doña
Filomena Modesto y se suicidó mediante un disparo a la cabeza, poco
tiempo después del misterioso deceso de su hijo, el licenciado Pedro
Federico Ortiz, un farmacéutico muy querido de Salinas. Era un apreciado
amigo a quien le decíamos el Primo, padre del distinguido doctor Ortiz
Lara quien ejerce como médico en Salinas.
Los
solares al norte de la propiedad de Don Paco Rodríguez, localizados
ambos en la calle Monserrate, tenían senda casas, las cuales ya
aparecían desocupadas antes del atentado suicida de Don Paco. Nunca más
han estado habitadas. Nadie se atrevió vivir en ellas. Hace poco se
demolió la más próxima a la casa de Don Paco para hacer un local de
estacionamiento y la otra está cerrada hace más de cincuenta años. Como
si esto fuera poco, hace unos años asesinaron de forma abusiva al
licenciado Guillermo J, Godreau, quien residió en la esquina de la calle
Palmer con la calle Sol que es la misma calle de la Logia Masónica.
Éstos son
datos objetivos que describen unas realidades que pueden tomarse como
casualidades pero podemos teorizar, a la luz de otros eventos
colaterales en el área, que existe también un halo de misterio que da
qué pensar sobre todo este fantasmagórico escenario.
Un evento colateral es el de la muerte de Cachito Lozada. Las
hermanas Palmira y Estela Márquez fueron unas destacadas educadoras de
Salinas. Ellas vivían en la calle de Cayey (hoy Luis Muñoz Rivera) en un
edificio que se conocía por el nombre de un negocio que allí existió en
los años treinta y cuarenta y hasta los años sesenta. Ese negocio se
llamaba El Escambrón. Era un negocio de caché. Tenía unos reservados en
los que las parejas entraban y cerraban las cortinas y sólo el mozo iba
cuando se le pedían bebidas o comidas. En ese lugar hoy existe una
tienda de telas.
El caso es que las hermanas Márquez criaron a los hijos de Elisa Carsen y Toño
Lozada. Uno era Cachito y el otro es Olaf. Cachito era un muchacho fuertísimo, alto y musculoso. De la noche a la mañana desarrolló una enfermedad incurable. Su agonía fue el sufrimiento de todo el pueblo, dado que las hermanas Márquez gozaban de una estimación y afecto que no tiene paralelo e la historia de Salinas. Tan fue así, que las autoridades ordenaron el cierre del tránsito de la calle principal del pueblo durante todo el periodo de su enfermedad. Murió en esa casa que ubica en los altos del Escambrón.
Lozada. Uno era Cachito y el otro es Olaf. Cachito era un muchacho fuertísimo, alto y musculoso. De la noche a la mañana desarrolló una enfermedad incurable. Su agonía fue el sufrimiento de todo el pueblo, dado que las hermanas Márquez gozaban de una estimación y afecto que no tiene paralelo e la historia de Salinas. Tan fue así, que las autoridades ordenaron el cierre del tránsito de la calle principal del pueblo durante todo el periodo de su enfermedad. Murió en esa casa que ubica en los altos del Escambrón.
Nadie ha
podido vivir en esa casa desde hace más de cincuenta años. Se trata del
cierre de propiedades que pueden ser usadas pero misteriosamente quedan
cerradas para siempre. En este caso, de forma excepcional y por un
cortísimo periodo de tiempo, El Club de Leones de Salinas se aventuró a
usarla como casa Club y para qué contar las vicisitudes de todos sus
miembros, quienes ajenos a la historia osaron usarla y tuvieron que
dejarla por no saber el por qué de su maluria y toda clase de
desconciertos.
Otro sitio
maléfico es la Casa Alcaldía de Salinas. Isabel Rivera Pérez quien
trabajó por muchos años como tesorera del municipio, precisamente en el
segundo piso de la Alcaldía, lugar donde ocurrió un suicidio, por
consejos míos, adoptó la posición de defensa de
mantener todo el tiempo un velón de Santa Bárbara prendido. Igual
régimen adoptó Bebé Amadeo. Ella tenía un altar en su oficina con varios
velones prendidos. Sólo así ambas sobrevivieron el impacto de lo que
inexplicablemente allí ocurre a diario.
Ahora
mismo me enteré del caso de Doña Doris Rodríguez. Ella me relata que
recién ha visto salir de las oficinas gente con chifles diabólicos. Hay
gente que cuando hablan lucen dientes de oro y descomunales colmillos
afilados. Dice haber visto gente que estornuda un fuego color brilloso.
No son pocos los que se han partido las patas en las escaleras,
empujados por alguien que no se ve.
Personalmente,
tengo mucho cuidado en tratar de no ir a la Alcaldía, a menos que sea
absolutamente necesario. Debemos mencionar que la Alcaldía fue una
cárcel en la parte de abajo y varios presos se ahorcaron en el lugar.
Así los encontró Don Leo el alcaide de la cárcel. Todavía
recurrentemente hay quien alega haberlos visto colgando en las paredes y
al gritar, desaparecen como por arte de magia.
Otro caso
insólito es el de Domingo Porrata, un buen amigo a quienes todos
conocíamos por Chuchin. Domingo estudió conmigo desde primer grado y
hasta que terminamos la escuela. Un buen día desapareció y tardó treinta
años antes de regresar a Salinas. Se casó con una muchacha de la Jagua y
allí monto un pequeño negocio de bebidas y venta de empanadillas con
toques mejicanos.
Me contó
Domingo que se había ido a vivir para Texas y en la frontera con Méjico
aprendió con mejicanos magia negra, magia blanca, hechicería amorosa y
toda clase de suertes diabólicas. El negocio de Chuchin y él como tal,
se hicieron muy famosos en Puerto Rico. Las empanadillas que preparaba
su esposa eran riquísimas. El por su parte, tenía la costumbre de hacer
toda clase de suertes y magias ante los atónitos ojos de sus clientes.
Yo vi una botella llenarse de pesetas ante mis incrédulos ojos. Era algo
verdaderamente asombroso. Un día se me ocurrió sugerirle que me
enseñara algo y me dijo:
—“Tú eres mi amigo, no te metas en esto. Yo tengo un pacto con el Diablo y por esos es que todo esto es posible”.—
Yo no le creí y más bien pensé que era una broma de las que
siempre me hacía. Deje de visitar el negocio ante la advertencia de mi
amigo. A los pocos años a Chuchin le cortaron una pierna después le
cortaron la otra como consecuencia de una condición de salud que
padecía. Pero entonces comenzó la habladuría de la misma gente a quienes
Chuchin le contaba de sus conocimientos de magia.
Gente de
Las Mareas me alegaron que lo vieron correr desnudo por la pista de
aviones que allí existía botando fuego por la boca. Algo imposible
porque le faltaban las dos piernas. Algunos alegan que incumplió una
parte del pacto que hizo con el Diablo y por eso se le fue cobrando
canto a canto.
Lo más
dramático ocurrió una noche en la Guaguita de Julín Jiménez. Un joven
que trabajaba limpiando los aviones que se utilizaban para fumigar las
plantaciones me alegó en la barra algo insólito. Me dijo que trabajaba
limpiando el taller de los aviones pero que pronto iba a ser piloto
porque Chuchin le estaba enseñando a pilotar. Pensé que estaba borracho
o fuera de sus cabales, porque mencionó a Chuchín que ya se encontraba
muy enfermo.
Una noche
vino a la Guaguita y alegó que Chuchin le había dado la orden de
despegar y él para coger valor venia a tomarse unos cuantos tragos antes
de ejecutar su primer vuelo. Todo el mundo lo tomo como un embustero,
bromista, borrachín y farsante. Lo cierto es que se fue al taller y
prendió un avión y logró echarlo a volar.
Días
después cuenta que cuando ya estaba en el aire quien iba a su lado era
Chuchin desnudo quien con dientes afilados de oro resoplaba fuego por la
boca, le daba instrucciones y le decía subiera, subiera y subiera. Él,
del espanto, loco y sin ideas se estrelló en una pieza de caña y
afortunadamente el diablo no se lo llevó. Este accidente fue reseñado
por toda la prensa de Puerto Rico e investigado por las autoridades
federales.
Son muchos los misterios que rodean el área de Salinas y muchos los
sitios de peligro. Basta mencionar que este 31 de octubre está
prohibido requedarse en la Ceiba del Arenal, pasar rápido por la Olla
del Cenizo, lugar cercano al sector Chupacharcos, frente al Campamento o
visitar el Rompeolas del Arenal, la Playa de Cantasapo o Punta Arenas
por la casa de Don Rejo. Todos estos lugares están rodeados de
misterios, allí hacen aguajes y estos han sido escenarios de las más
sorprendentes tragedias. En la otra vida se sabrá lo que hoy enmarca la
Dimensión Desconocida de Salinas de los Misterios.
©Dante A. Rodríguez Sosa
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